lunes, 11 de febrero de 2008

Llueve sobre mojado.

La campaña publicitaria de la Expo está siendo todo un éxito. Sólo hay que recordar la conversación que el rey Don Juan Carlos tuvo con Fluvi en la madrileña feria de Fitur. Fue una anécdota muy graciosa, pero al fin y al cabo, tan sólo una anécdota. La cruda realidad, nos muestra que detrás del escaparate de la Expo, queda todavía mucho trabajo por hacer. El otro día me quedé estupefacta al leer que algunos barrios zaragozanos como Movera, Juslibol, Casetas y Garrapinillos arrojan sus aguas fecales directamente al río Ebro sin ningún tipo de tratamiento. Algo incomprensible, en una ciudad que en pocos meses se dará a conocer mundialmente por la temática del agua y su desarrollo sostenible. Parece una gran paradoja si se tiene en cuenta que la construcción de tres depuradoras y el arreglo de la de Garrapinillos suponen una inversión económica ínfima al compararla con el presupuesto destinado a la construcción de la Exposición. No estaría mal que el Ayuntamiento prestase un poco más de atención a este tipo de problemas que afectan día a día al ecosistema del río y pusiese los medios necesarios para solucionarlos. Debemos de ser conscientes del daño que este tipo de vertidos hacen al río. Cuidarlo y respetarlo depende de todos. Hoy, según dicen los expertos, estamos a tiempo, dentro de unos años quizás sea demasiado tarde.

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